martes, 5 de agosto de 2014

Cabezón...

Todos los apodos que tuve en la vida giraron alrededor del tamaño de mi cabeza. Parece ser (no estoy cien por ciento de acuerdo) que es un poco más grande que las cabezas normales.
Desde la primaria he sido bautizado “Cabe”, “Cabeza”, “Cabezón”, y en la secundaria los de Segundo Año han sido tal vez un poco más originales para ponerme “Bibis” (que en realidad venía del latín MTV, “Beavis and Butthead”).
En un colegio chico, está bueno ser conocido pero no tanto si sos “ahí va Bibis”.
El profesor de Educación Física jamás hasta 5to año supo mi nombre ni mi apellido, sino que para él, siempre fui Bibis. Podría mostrar todos los boletines y hasta 5to año, siempre tuve un siete como calificación. Cuando fui a preguntarle por qué nunca más que siete me dijo:

- Bibis, pasame tu apellido.

A partir de ahí me puso un ocho.

Alguna vez también fui “Pastito”, dado que por causas de fuerza mayor, me vi obligado a serle infiel a mi peluquero y la conchuda que me lo corto, lo dejó como si fuese una cancha de futbol redonda.

Igual los apodos no me joden, los gordos desarrollamos el auto-humor desde la temprana edad. Siempre es preferible autoboicotearnos para mostrar que no nos importa a que nos jodan los demás. Lo que si me molesta muchísimo es la poca originalidad para el chiste que viene atrás de mi comentario:

- Me duele mucho la cabeza.

“Uh lo que debe doler entonces”, o “Uh, la fábrica de Bayaspirina”. Los mismos dos chistes putos desde los ocho años. Colegio, reuniones, oficinas, siempre el mismo. Espero de verdad que alguien con mucho huevo alguna vez me sorprenda y cuando yo diga que me duele la cabeza, se ponga de pie y empiece a los gritos:

- Señores, atención. A Ariel le está doliendo la cabeza (y me señale con el índice derecho por si queda gente sin conocerme), vamos a pasar por los escritorios a recolectar todos los paracetamoles que tengan en su poder. A todos los creyentes, agárrense de las manos y empiecen a curarle el ojeado, pero no se suelten por ningún motivo hasta terminar. Las consecuencias pueden ser terribles.

Esa persona se va a ganar mi respeto.

1 comentario:

  1. Me acuerdo perfectamente que te decíamos Bibis. Había un batallón de apodos originales en ese curso. Voy a pensar chistes originales sobre el tamaño de tu cabeza.
    Barb

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