miércoles, 18 de febrero de 2015

Si de definiciones se trata...

¿Alguna vez se preguntaron qué es el Futbol? La gran mayoría, con el afán de responder rápidamente, dirán que es un deporte, que se juega con una pelota entre dos equipos de once jugadores cada uno, durante (al menos) noventa minutos y le podrá incorporar el nivel de detalles que se le ocurra.

Claramente, nadie podría negar que la respuesta anterior es correcta, pero permítanme sumarle otra, para mí también valida y mucho más pasional.



El Futbol es un conjunto de anécdotas, de momentos, de situaciones. Uno ve futbol no para saber lo que va a pasar, sino para saber qué recuerdo le va a quedar. Y ese momento, ese instante, es el que va a quedar guardado en nuestra cabeza de forma inconmensurable para ser compartido con amigos las veces que sean necesarias.
Por ejemplo, si les preguntara cómo salió el partido entre Velez y Flamengo en la Supercopa de 1995, dudo que muchos lo recuerden. Pero si yo les hablara de la trompada del chino Zandoná a Edmundo en ese mismo partido, estoy casi seguro que los pasionales del futbol lo recordarían. Es más, casi que podría apostar a que todos sabemos de qué color tenía el pelo la enfermera que acompaño al Diego después del partido contra Nigeria en el Mundial del 94, pero nadie recordará como terminó el partido entre Rumania y Argentina en ese mismo Mundial. Si quieren un momento más contemporáneo, en el minuto noventa entre Argentina y Holanda por las semifinales del Mundial 2014 y con el partido empatado en cero, Robben queda casi mano a mano con Romero. Un jugador argentino se tira al piso y logra anticiparse (con lo justo, en un esfuerzo descomunal) al zurdazo del delantero holandés manteniendo el cero y llevándonos a los penales. No voy a decirles quién fue. Si empiezan a entender esta idea de los momentos, anécdotas y recuerdos, tendrán esa imagen grabada a fuego en alguna parte de su cerebro.
Eso es el futbol: Un conjunto de anécdotas inolvidables que transcurren en dosis de noventa minutos, de los cuales, la mayoría de ese tiempo es descartada para quedarnos con los detalles más hermosos (y sin ninguna duda, también los más tristes) que transcurren en ese lapso. Uno ve fútbol porque (fuera de la ficción) es el único espectáculo capaz de dejarnos con la boca abierta a partir de algo tan simple como un esférico de veintidós centímetros de radio aproximadamente.
¿Cuántas veces hemos escuchado “Son 22 boludos corriendo atrás de una pelota”? Y lo que no saben, no entienden o nadie se los explicó a los repetidores de esta incomprensible definición, es que esos veintidós personajes (y seamos justos, a veces el árbitro también) están haciendo todo lo que está a su alcance, aún a veces sin saberlo, para generarnos anécdotas dignas de ser recordadas y compartidas con amigos o compañeros de oficina. Es solo cuestión de esperar, de la misma forma que uno espera el desenlace de una historia. Y si ese partido en particular no dejó nada, seamos justos y esperemos al próximo. Lo mismo pasa con los libros. No todos merecen ser recordados y aún así, continuamos leyendo hasta encontrar uno que se parezca al Barrilete Cósmico del 86 o al “7 a 1” entre Alemanes y Brasileros del último mundial.

2 comentarios:

  1. Sé poco de futbol pero me parece epico y, sobre todo, me deja anecdotas inolvidables. Lo bueno de romperte para que escribas es que me haces pensar y recuperar esos recuerdos. Con cariño, tu editora potencial.

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  2. el gol de Palermo abajo de la lluvia para clasificar al equipo de Maradona al mundial, el llanto de Almeyda cuando terminó el partido con el que nos despegamos de la pesadilla de la B, a Verón caminando a patear el corner en el último minuto del partido que nos dejaba afuera en la fase de grupos del mundial, mi viejo golpeando y gritando como loco cuando Burruchaga metio el gol que nos sacó campeón en el 86. Los detalles son disfusos y vagos pero el instante justo digno de la foto es eterno.
    Cuando volvimos de la B, la cámara enfoca a Almeyda y el tipo lloraba desconsolado, la flaca estaba mirando el partido y me dice 'no puede ser, tipo grande llorando por esa boludes' se da vuelta y me ve llorando a mi tambien y empieza a cagarse de risa. Pocas cosas en la vida pueden emocionar tanto como el futbol.

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