miércoles, 14 de agosto de 2013

Mi gente Bella - Hoy, Cristian. Parte I.

Nora se fue y hubo que buscarle un reemplazo. Pasamos por un proceso de muchas entrevistas, tratando de afinar un poco el ojo y usar la experiencia previa. Así llegó un chico de 29 años, que venía de trabajar en otro banco, muy correcto, que se expresaba bien.
A mí me compró. Gabi me dijo “Yo lo tengo de vista de otro lugar, para mí es un pelotudo, pero hacé lo que quieras”. Y Gabi no falló.

Cristian (digamosle así) habrá entrado en Febrero, Marzo, y ya había arreglado sus días de vacaciones. ¿Cómo hacía? En cada fin de semana largo, le sumaba un par de días más.
Al principio no me jodía, hasta que un viernes se fue temprano porque viajaba, el fin de semana cancelaron todos los procesos que él había armado, y el lunes y martes no estuvo porque estaba en Mendoza.
Cristian se había hecho habitué de la Provincia cuyana. Había conocido a una chica en su viaje de verano, se puso de novio, y aprovechaba todos estos fines de semana largos para ir a visitarla (habrán sido 4 con toda la furia hasta Julio).
El problema era que su rendimiento en el laburo había bajado muchísimo. Varias veces lo encontré dormido mirando el monitor, o hablando por celular en la escalera, e inclusive, durmiendo de parado en la escalera. Mi paciencia había llegado al límite con lo cual lo llamé para hablar con él. “A este lo mato”, le había comentado a otro compañero con mucha más experiencia que yo: El gran Nestor.

- No Ariel, en la posición que vos estás ahora, no lo encarés de mala forma, preguntale si tiene algún problema, si le está pasando algo, decile que lo notás disperso, etc. Si te dice que nada que ver, o que no le pasa nada, ahí vas con los tapones de punta, no antes.

Y eso hice. Lo llamé a una sala de reunión, y se desarrolló la siguiente charla:
- Cristian, mirá, quería saber si estabas con algún quilombo, con algún problema, porque te noto muy disperso, te estás quedando dormido, todo lo que haces, queda mal. ¿Te pasa algo?
- Si Ari, tengo un problema.

Nestor tenía razón pensé. Menos mal que no salí a matarlo de entrada. Hubiese sido muy hijo de puta de mi parte cagarlo a pedos sin preguntar si tenía un problema. Y lo tenía!! Bien por mí que seguí el consejo de mi experimentado compañero de laburo. Lo que no me imaginé JAMÁS, cuál era ese problema…
- ¿Qué te pasa Cristian?
- Viste que yo estoy viajando a Mendoza en los fines de semana largo, cuando puedo.
- Si…
- Bueno, conocí una chica allá.
- Si…
- Y ESTOY MUY ENAMORADO.
Detalle no menor a esta altura, creo que lo menciono en la primer o segunda línea, pero vale la pena recalcarlo: VEINTINUEVE AÑOS.
- ¿Y?
- Y que estoy disperso por ella, la extraño, no sé cómo manejarlo, no sé si irme yo a vivir allá, o que ella se venga conmigo…
La vió cinco fines de semana largo en 6 meses.
- Cristian, yo te entiendo, pero intentá que todo eso no se te mezcle con tu desarrollo profesional.
- Yo te pido disculpas Ari, voy a cambiarlo de alguna forma, pero bueno, estoy muy enamorado.

Me sorprendió, me durmió. Estaba preparado para que él me dijera que no tenía ningún problema, o todo lo contrario, que sí lo tenía y era gravísimo. Pero jamás para que tuviese mariposas en la panza.
Entré a la sala de reunión a lo Rambo para matarlo y salí abrazado a él diciéndole “Titán, no dejes de apostar al amor”.

Cristian 1 – Ariel 0.

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