jueves, 5 de septiembre de 2013

Que mal la estoy pasando!!

Juguemos a algo. Elegilo vos, me da lo mismo. Pero juguemos. Necesito competir. Necesito saber que te puedo ganar, pero más aún, necesito saber que no tengo chances de perder.
Si hay algo que detesto más que a las ensaladas, es perder a algo.


Lo odio. No sé perder y es lo que hago la mayoría del tiempo. De verdad, no soy bueno perdiendo, y eso que ya debería haberle agarrado la mano.

Las primeras derrotas son educativas. Las acepto, las analizo y hago todo lo que esté a mi alcance para revertirlo. Se encaran todos los desafíos con mentalidad ganadora. Soy de los que entran a una cancha convencido de que si Messi se parase enfrente “a mí no me pasa”. Seguramente no lo haga… una o dos veces, sino como autopista por donde yo quede parado, pero no importa. Me volveré a sentir perdedor, me obligaré a superarme, y volveré a enfrentarlo.
Pero cuando las derrotas se empiezan a volver rutina, cuando no le encuentro la vuelta, cuando me empiezo a quedar sin oportunidades, me resigno, me frustro, me caliento, y por sobre todo, me dan ganas de partirle una silla en la cabeza al que me ganó. No lo banco.

Igual aclaremos algo: No nací ganador eh. No es que no me gusta perder porque toda la vida fui un ganador nato. Creo que la única medalla que me colgué en mi vida fue la de mejor compañero en 5to año con SEIS VOTOS (decisión atomizada, codo a codo). Después segundón para ajoba siempre.

Pero no me resigno, ya le voy a encontrar la vuelta. Necesito sentir todo el tiempo el desafío. No puedo bajar la guardia. En algún momento se tiene que dar vuelta esta racha o voy a terminar en cana por matar a alguien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario